Cartier Bresson no hizo una sola fotografía. Al menos ninguna una fotografía buena. Todas las buenas fotos las hizo su subconsciente incontrolable, en un acto reflejo irracional e impulsivo. Por ello es que las imágenes del descubridor del "momento decisivo" tengan ese toque tan surrealista y cinematográfico. Eso es lo que sugiere esta bella imagen veneciana. Una pura serendipia. El fotógrafo realizaba un placentero paseo en góndola y ¡zas!, alineación de astros.
La torre mazacota románica y el puente con la orilla del río forman un perfecto arco, con la flecha lanzada al cielo. Un arco como el que portaban seres mitológicos como Eros o Apolo, una flecha gruesa como un falo. El hierro de proa, como el filo de la navaja, se desvía y acosa a la chica, que huye y pronto se refugiará y se mimetizará entre las ramas de los árboles. Así es, lo has adivinado: es el mito de Apolo y Dafne hecho fotografía. ¡Magia! Agradable casualidad.
Para hacer fotografías a este nivel se requiere de muchos paseos agradables, muchos disparos fotográficos, y mucha suerte. Un segundo más y la góndola habría avanzado lo suficiente como para tapar el cuerpo de campanas y la chica no hubiera quedado tan perfilada, un segundo menos y el hierro de proa hubiera quedado excesivamente desproporcionado. Cartier Bresson no hizo una sola fotografía. Todo lo hizo su subconsciente. Sabía meter astutamente el trabajo dentro de su tiempo de ocio infinito. No hay magia sin un gran mago.

Comentarios
Publicar un comentario